Por Claudia Cadelo
- ¿Cuándo decides seguir el destino de Horacio y mudarte de Ciego de Ávila a Pinar del Río?
Era difícil que me autorizaran, siendo médico, a estar yendo a las visitas después del traslado de Horacio. Teníamos intensiones de que la relación funcionara y yo me tuve que mudar para acá. Además, no podía mantener el ritmo de los viajes desde Ciego de Ávila.
Era difícil que me autorizaran, siendo médico, a estar yendo a las visitas después del traslado de Horacio. Teníamos intensiones de que la relación funcionara y yo me tuve que mudar para acá. Además, no podía mantener el ritmo de los viajes desde Ciego de Ávila.
Llevo cuatro años viviendo sin nadie aquí en Pinar del Río, sólo la familia de él y las amistades que he ido haciendo desde que llegué. Las familias de otros presos me apoyaron, en casa de la familia de Víctor Rolando Arroyo, por ejemplo, era donde me quedaba cuando venía a las visitas.
Fue duro separarme de mi familia, yo nunca soñé vivir en Pinar del Río y mira, aquí estoy. Luego murió mi suegra, fue un golpe muy duro para Horacio y para mí. Ella me ayudaba en todo, falleció el 2 de marzo de 2008, de cáncer.
Me quedé muy solita, pero meses más tarde Dios me dio la dicha de quedar embarazada y hoy tenemos una niña de un año y tres meses, le pusimos el nombre de la mamá Horacio: Ada María, es la Damita de Blanco más joven.
A pesar de tanto yo creo que somos felices, a pesar de estar separados tenemos muchas cosas: una familia sobre una base sólida. La gente me dice que mi historia parece una telenovela, mi madre cree que en la vida real esto no se ve mucho. Nosotros, Horacio y yo, siempre hemos tenido mucha fe, y a veces -mi madre también me lo dice- siento que es como una misión, que sólo Dios sabe por qué hace las cosas.
No te puedo decir que sea completamente feliz, lo tengo a él encerrado y es muy duro: estamos presos todos, así no tenemos vida. Yo llevo a mi niña a todas las visitas, juegan durante dos horas y al separarse de él llora. Para nosotros como padres también es muy difícil, él se ha perdido muchas cosas: sus primeros pasos, sus primeras palabras. Horacio nos ha hecho mucha falta, como tantos que le han hecho falta a sus hijos y a sus esposas. Esperamos que todo se solucione y podamos vivir como una familia, como la verdadera familia que somos.
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