El régimen castrista ha convertido la isla entera en una cárcel. Los cubanos no pueden mudarse entre provincias, tienen que enfrentarse a excesivas restricciones para poder salir del país y no pueden pronunciarse en contra del gobierno. Eso, entre muchas otras cosas que serían normales en cualquier otro país libre. Por ese motivo, todos los cubanos se pueden considerar como presos y en adición existen cárceles dentro de la cárcel que están llenas de cubanos y cubanas inocentes, cuyo único delito es amar la libertad o querer forjarse un mejor mañana.

viernes, 9 de julio de 2010

Humanos sin derechos en cárceles cubanas.

Por Jorge Alberto Liriano Linares, Hablemos Press

Camagüey, (7 de julio) bitacoracubana.info 

La literatura de segunda guerra mundial está llena de páginas espeluznante que narran las atrocidades  cometidas por los cuerpos de represión fascista en los campos de concentración creados por Hitler.

Horrendos crímenes quedaron gravados para siempre en las conciencias de la humanidad, como una demostración extremas de crueldad genocida.

En la actualidad cientos de cárceles y campamentos de trabajos forzosos funcionan a semejanza de aquellos campos de concentración, con sus cámaras de tormentos y experimentos infrahumanos.

Una prueba fehaciente de ello es la prisión régimen especial Kilo 8,   ubicada en el centro oriental de la isla, donde prisioneros condenados a cadena perpetua son víctimas de tratos crueles y torturas sicológicas  inhumanas  y degradantes.

Sometidos a pasar hambre, sufrir desnutrición, muchos de los reos frecuentan úlceras gastrointestinales, producidaas por la escasa y pésima alimentación. Las muertes en extrañas circunstancias  son habituales en esta  cárcel.

Seis de cada 10 reclusos padecen de enfermedades mentales. Las autoagresiones e intentos de suicidio están a la orden del día, por lo que es común encontrarte  prisioneros que se han mutilado las dos manos, los dedos, los pie, y hasta los ojos  en la desesperación  por la hostilidad cruel del citado encierro.

En esta cárcel bautizada como la prisión del terror, cientos de reclusos son sometidos a trabajos forzados en una industria de materiales de construcción donde son empleados en diversas labores de acarreos de materiales, sin garantizarles la alimentación requerida, ni los medios de protección idóneos.

Expuestos a la constante contaminación del cemento y la piedra,  la gran mayoría sufre de afecciones en la piel y los pulmones,   producto al discriminatorio vínculo con productos tóxicos al organismo humano.

Desnudos y descalzos, los reos enfrentan duras faenas  diarias, de hasta 10 horas, con los pies llagados y supurantes por la falta de calzado y expoliados bajo el abrazante sol. Muchos desfallecen y caen extenuados a semejanza de los esclavos que construyeron las pirámides de Egipto o la gran  muralla China, tan recordado por la historia  por los   inhumanos  tratos recibidos.

Las fábricas asesinas sobrepasan sus planes de producción, explotando al máximo las capacidades físicas de los prisioneros, una mano de obra barata, remuneradas con bajos salarios, cargados de descuentos alimentarios y de vestuarios que nunca reciben.

Muchos entregan su sudor de gratis por el miedo de ser reprimidos  y castigados en las celdas de castigos. Altos funcionarios del MINIT y trabajadores civiles actúan como capataces o mayorales que  reciben los estímulos y dividendos en divisa  generados por la producción;  sin detenerse  a pensar las condiciones  en que laboran los presos, ni en cómo son explotados y esclavizados inhumanamente  en este campo de concentración del siglo XXI concebido como prisión por el régimen cubano donde los presos no son vistos, ni tratados como seres humanos y mucho menos tienen derechos.

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