«Dos minutos antes de subir al avión nos obligaron a firmar unos documentos casi sin leerlos», comentó Gálvez, que tachó al Ministerio de Asuntos Exteriores de «traidor» y le acusó de no respetar los acuerdos firmados. El disidente cubano aseguró que les habían comunicado que iban a ser trasladados a la localidad madrileña de Alcobendas, pero finalmente esa posibilidad se descartó por una serie de «dificultades» relacionadas con su alojamiento y fueron llevados a un hotel de Vallecas. «En Alcobendas hay capacidad más que suficiente», comentó, mientras que «aquí -en el hostal en el que están alojados- los niños se ven obligados a compartir baño con personas que tienen problemas de salud muy graves», sentenció.
Gálvez expresó su «desacuerdo» y el de todos sus compañeros con la posibilidad, patrocinada por el Gobierno, de que se modifique la 'posición común' de la Unión Europea respecto a Cuba, que hasta ahora condiciona cualquier profundización en la relación a un avance en el respeto de los derechos humanos.
Pidieron a los países comunitarios que «no reblandezcan sus exigencias encaminadas a lograr cambios hacia la democracia en Cuba y a conseguir para todos los cubanos los mismos derechos que disfrutan los ciudadanos europeos». «Nuestra salida no debe ser considerada como un gesto de buena voluntad, sino como una acción desesperada del régimen», comentó. «El Gobierno cubano no ha dado pasos que evidencien una clara decisión de avanzar hacia la democratización de nuestro país», aseguró.
De igual forma, recordó que no hay motivos para que el régimen de Raúl Castro mantenga en la cárcel a los presos que se niegan a su deportación a cambio de su libertad. «No hay ningún pretexto, salvo que los mantengan como rehenes o moneda de cambio, para que la UE levante su posición común». Por ello, aseguró que mantienen su solicitud de una comparecencia ante el Parlamento Europeo, porque «ellos son los que votan, pero nosotros queremos dar nuestra opinión».
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